La crisis.

El látigo de nuestro amo nos acaricia el lomo sutilmente, para dejarse caer de vez en cuando con un latigazo, por si se nos ocurre hacer un movimiento en falso.
Y es que cansada estoy de trabajar para otros, de firmar el papel por el que regalamos nuestro tiempo, esfuerzo, dedicación a una empresa que no es la nuestra, nos vendemos en un apretón de manos, y si el sueldo nos parece bien, quedamos hasta contentos, porque en esta época de crisis no puedes abrir la boca, de lo contrario el látigo cruje.
Porque hay de ti si te quejas, ni incluso intentes darte de baja, aguanta el dolor y sigue adelante que de lo contrario quedas en la calle sin tu sueldo de mileurista.
-Si amo, si amo, nosotros te seremos fiel en la firma que ya eché.
Aguanta, de lo contrario, en la calle te verás, y si quieres tener hijos, espera a estar parada, de lo contrario... mujer que trabajas a diario, de lo contrario a la fila del paro te mandaré sin pensarlo, para que pestañear, si no me lo voy a pensar.
Y mientras tanto aquellos que van lamiendo las heridas del jefe, aquellos que se agachan, para que él pase con la cabeza alta y desafiante, aquellos seguirán hay, serán los últimos en marcharse, y pobre del que diga su verdad, miralo, en la calle esta ya.
Solo continuaran aquellos que van andando cagaditos, al lado del amo.
Vuelven los tiempos de los señoritos, de los patrones, y de sus siervos.
Habrá que hacer algo, una lotería...
A mandar que pa eso estamos.