7 de diciembre de 2010

Reencuentro.

A mi rostro llegan brisas frescas del color de la hierba del valle, con sabor a esperanza, miro hacia el cielo y el brillo de nuestra estrella me ciega, recuerdo tu último abrazo y una sonrisa me sale sin quererlo.
Comienzo a caminar entre las nieblas bajas que me elevan a lo alto donde tu te encuentras con tus brazos abiertos para recibir el reencuentro, que tanto tiempo estuvimos esperando y hoy ocurrirá.
En el azul del cielo me esperas y voy entre esta bruma densa que me eleva, veo la luz que calma mis ansias por volver a verte, a saber de ti.
Es como un despertar cálido entre una nueva y limpia naturaleza muy radiante, entre hojas verdes llenas de vida, notando el calorcito que me llega de esta estrella nuestra, el sol. 
El sol me da más vida, su reflejo hace que renazca mi sonrisa aún cuando creía que no había motivos, hoy vi el arco iris grande bello y me deslice feliz por todos sus colores, le cante a la vida y al amor, que decía yo que no había motivos, que ya los encontré, la fuerza que me da la luz de tu alma, de tu corazón. 

Llego tranquila a este lugar bello y muchas miradas antes perdidas se chocan conmigo pero la más radiante, la tuya lloro de alegría al sentirme plena, al sentirte cerca, lloro, cuando siento que tu alma y la mía vuelven de nuevo a ser tan solo una, noto un sentimiento de plenitud ahora y ya no quiero volver allí, me quedo en esta nueva vida contigo, dejé mi cuerpo atrás.

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